Introducción Consideradas como una de las siete maravillas del mundo, las enigmáticas y colosales pirámides egipcias de Keops, Kefrén y Micerinos, situadas en la necrópolis de Gizeh, despertaron la admiración de cuantos viajeros anónimos o célebres se acercaron a las orillas del Nilo: entre ellos, el propio Napoleón I Bonaparte, quien en su campaña a Egipto en 1798 se sintió hondamente impresionado ante la magnífica grandiosidad de tales edificaciones.